Bosques verdes que emanan aromas refrescantes, lagos y cascadas que refrescan nuestro camino, espectáculos naturales casi imposibles de creer: en Michoacán, la naturaleza no se contuvo y simplemente dejó fluir lo mejor de sí para regalar hermosas postales en cada rincón.
Este estado cuenta con parques naturales como el Parque Nacional Barranca del Cupatitzio ubicado en Uruapan, que fascinan a todo aquél que los visita. Cascadas, abundante vegetación, fauna regional y leyendas son los componentes de sus fantásticos e irresistibles escenarios. Si eres del tipo aventurero, en muchos de ellos podrás encontrar actividades deportivas como rappel, tirolesas, muros de escalada y ciclismo de montaña.
El sistema lacustre de Michoacán ha jugado siempre un papel importante en el desarrollo de su población y, además de ello, regala vistas hermosas que quitan el aliento a cualquiera. El lago de Pátzcuaro nos permite observar a los tradicionales pescadores michoacanos con sus enormes redes, realizando este trabajo justo como se hacía en épocas pasadas. Este lago además cuenta con 7 islas, siendo Janitzio la más importante y famosa por su pintoresco pueblo y por cada año ofrecer una de las mejores celebraciones de Día de Muertos en México.
El lago de Zirahuén, cerca del pueblo mágico de Santa Clara del Cobre, es el lugar ideal para un retiro espiritual disfrutando de un hermoso entorno natural. El lago de Cuitzeo, que comparte territorio con el estado de Guanajuato, es el segundo más grande del país y de gran importancia en la región, por ser hábitat de diversas especies de flora y fauna. El lago de Chapala, cuya mayor extensión se encuentra en el estado de Jalisco, es el más grande de México y cada año regala un espectáculo de pelícanos borregones que provienen del norte del continente americano para instalarse en la localidad de Petatán, Michoacán.
Y por supuesto, tenemos a la reina de Michoacán: la mariposa monarca, que regala un espectáculo natural fascinante. Cada año millones de mariposas emigran del frío invierno de Canadá llegando a tierras michoacanas para hacerlas su hogar durante unos meses. El espectáculo que brindan es maravilloso y, para algunos, inconcebible, pues su hermoso color naranja cubre las copas de los árboles, troncos y suelos de los bosques michoacanos, creando una larga alfombra de vida y belleza. El Rosario y Sierra Chincua cerca de Angangueo son los principales santuarios de esta audaz especie.
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